Foto: ArtToday - Sólo para ver. No debe bajarse ni guardarse
¿Puede una fortaleza abrazar a una ciudad?

TRIVIA
El Morro es el mejor sitio del mundo para volar cometas, papalotes, barriletes o chiringas como le dicen en Puerto Rico.
El Castillo de San Felipe del Morro en San Juan de Puerto Rico, fue creciendo como fortaleza de tal modo que un macizo cinturón de murallas quedó abrazando a la antigua ciudad que protegía.

En la segunda mitad del Siglo XVI, San Juan de Puerto Rico se convirtió en una de las plazas más importantes para la defensa del imperio español y su riqueza en América.

CONCIERTO
En 1993 en El Morro se llevó a cabo el concierto "500 años y un día" que incluyó la Obertura 1812 de Tchaikovsky con la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico, cañonazos por los artilleros de la Guardia Nacional y el tañer de las campanas de todas las iglesias del casco viejo.
Así en 1539, con la autorización de Carlos I, se inició la construcción de las primeras defensas de la bahía en El Morro.

El castillo de San Felipe del Morro se comenzó a construir en 1579. Los primeros planos de El Morro datan del 1591, según informes del Archivo de Indias, y son dibujos del español Pedro Salazar, servidor del Rey Felipe II.

Sin embargo, los planos originales distan mucho del resultado final. La estructura con características de ciudadela amurallada la adquirió para 1750, cuando intervino en la obra el ingeniero militar italiano Juan B. Antonelli bajo la supervisión del arquitecto español Juan de Tejada, que tuvo a su cargo 400 trabajadores que levantaron poco a poco la fortaleza y principal baluarte defensivo de San Juan en tiempos de la Colonia.

No importa el tipo de chiringa que tengas, lo chévere es que hay varios lugares para hacerlo... como El Morro.
Juan Soto Meléndez en "A volar chiringas" publicado en PRIMERA HORA.

Pero las vicisitudes de El Morro y de San Juan no esperaron a que se completara la estructura amurallada.

En 1595, Sir Francis Drake ataca San Juan desde la bahía sin ningún éxito. Artilleros del Morro lograron hacer blanco en la cabina del navío insignia repeliendo al pirata.

En 1598, George Clifford, Conde de Cumberland, ataca San Juan por el lado de tierra y logra tomar la ciudad pero no El Morro. Una epidemia obliga a los ingleses a abandonar la isla 6 semanas después.

Por su parte, los holandeses, mandados por Boudewijn Hendricksz en 1625, atacan y toman San Juan, otra vez por el lado de tierra. Los cañones del Morro obligan a los holandeses a retirarse después de saquear y quemar la ciudad.

ARQUEOLOGÍA
En 1990, arqueólogos estadounidenses lograron encontrar la denominada "muralla perdida" de El Morro que data de principios del siglo XVI y confirma datos de mapas antiguos que presentan una estructura distinta de la original.
Definitivamente El Morro cumplió eficazmente su propósito de defender a San Juan por el lado de la bahía. Sin embargo, no tuvo la misma contundencia para defenderse de los ataques por tierra hasta que se terminó la construcción de sus murallas en 1678.

Originalmente la estructura defensiva consistía de una torre sencilla con 4 cañones y una batería flotante y terminó siendo una fortaleza de seis niveles que se levanta 45 metros sobre el nivel del mar, con murallas de 4.50 metros de espesor e infinidad de rampas, túneles, pasajes, sótanos, bodegas, edificaciones y hasta una capilla que se conserva aún en magnífico estado con sus pinturas y bancas.

En los últimos cincuenta años, el sitio de honor de El Morro ha sido reconocido. Primero en 1949 se establece el área Histórica Nacional de San Juan. En 1961, las fortificaciones pasan a ser parte del Servicio Nacional de Parques para ser preservadas como museos.

En 1983, el área es declarada por la UNESCO como Patrimonio Mundial y en 1993 después de una intensa restauración se convirtió en el centro de los festejos por el Quinto Centenario del Descubrimiento de Puerto Rico.

El Morro es visitado anualmente por miles de turistas que, después de abrumadoras historias de sitios, invasiones, peleas mano a mano, asaltos de piratas a sus murallas, fuego, explosiones y olor a pólvora, son sorprendidos con una de las vistas más primorosas de San Juan, mientras en los verdes prados que rodean la fortificación, las familias disfrutan de un refrigerio, los niños vuelan sus "chiringas" y los visitantes, caminando, toman calmadamente la calle Norzagaray con rumbo al Viejo San Juan a escasos 10 minutos de distancia.

El Castillo de San Felipe del Morro, ejemplo de lo máximo del espíritu latino.

© McDonald's Corporation. Todo derechos reservados.
Política de Privacidad